Hoy de nuevo, os traigo otro post más de esta interesante sección creada por Narrador. Tanto a él, como a Princess Of Dark y como a mi, esperamos que os guste:
Josh Weddon, creador de Buffy, Cazavampiros, dijo en su momento que su personaje nació de las ganas que tenía de ver cómo la heroína de las ficciones vampíricas, la pobre tontita rubia que siempre andaba huyendo del peligro, se diera la vuelta y pateara un par de culo colmilludos.
Esta vuelta de tuerca al concepto de damisela en apuros supuso en su momento una revolución conceptual dentro del imaginario colectivo. Es más, el astuto guionista de Alien 4 supo aprovechar la coyuntura y llevarla al límite, convirtiendo a su rubia cazadora en una personificación del girl power y del feminismo autosuficiente; tendencia que también apoyó la serie Xena, la princesa guerrera.
Se puede entender esta revolución porque, tradicionalmente, los héroes han sido siempre hombres; hombres que a su vez personificaban el machismo básico que ha gobernado el universo ficticio desde que nuestros antepasados dejaron de adorar a la Madre Tierra y se decantaron por una organización social patriarcal, cazadora y llena de testosterona. La mujer, en aquellas (y otras) historias, veía cómo su presencia se reducía a ser el objeto de deseo de su hombre, y un elemento meramente decorativo.
Hoy en día, también existe otro arquetipo machista por definición: la vampiresa femme fatale, unas guarrillas letales, sexualmente activas que se lo jincan todo; viendo la máxima expresión de su naturaleza cuando mantienen relaciones entre sí mismas o con otras damiselas en apuros. Que cada uno juzgue como lo crea necesario.
Personalmente, creo que el futuro de las historias de vampiros debería estar en la especialización de estos iconos emblemáticos: chicas femeninas de armas tomar (pero sin ser unas brutas, ni ser unas pánfilas) y hombres sensibles que no sólo actúan por venganza, lujuria o agresividad. En realidad, el grupo de motivaciones dentro de las historias tiende a ser muy enclenque; a los lectores parece gustarles que los personajes actúen en nombre de un concepto mayor a sí mismos, algo que los divinice y ensalce.
A mi me gusta pensar que la gente tiene que pagar facturas, y que hay ciertos trabajos que no se hacen por vocación, herencia, sorpresa o llamada divina. Igual que la doncella en apuros, que no debería hacer de su naturaleza un oficio, más bien debería ser alguien con mala suerte que estaba en el sitio equivocado, en el momento equivocado, y que no tiene un príncipe que debe salvarla. La versión más antigua del cuento Caperucita Roja no incluye la figura del cazador masculino, es la niñita, armada con su astucia y su imaginación, la que se las ingenia para librarse del lobo. Fue tiempo después, cuando se temió el ejemplo que podía transmitir el saber que una mujer puede apañárselas sola cuando se cambió la historia.
Así que yo me pregunto… ¿Quién teme a la Doncella en Apuros?.
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