Acabáis de entrar en Villa Vampiro, un lugar oscuro y peligroso, donde podréis descargaros películas y series vampíricas.

Dejáros sumergir en este mundo sangriento, dónde hayaréis una gran variedad de imágenes de estos seres tan intrigantes, que no os dejarán indiferentes.

Deleitáros también con los espectaculares relatos basados principalmente en estos seres, que aquí encontraréis. No podéis perder la oportunidad de hincarles el diente a estas historias que os producirá un sublime escalofrío.

Llevad cuidado en estas tierras malditas y evitar caminar por aqui cuando la noche haya caido y un manto oscuro cubra el cielo, por que os podréis encontrar con un abanico de blogs vampíricos que os pueden engatusar.

En definitiva, os aviso que, una vez que entréis en este blog nacido de las tinieblas donde la sangre es un rico manjar, acabaréis enganchados al mismo y todos los días sentiréis la necesidad de venir nuevamente por estos lares para dejaros seducir por l@s vampir@s que aquí habitan... ¿Te atreverás a conocerl@s?, si es así, adelante... "Villa Vampiro" os invita a que profanéis sus tierras... ¡Sean Bienvenidos!

P.D: Queridos Colmilleros, si conocéis de algún otro blog vampirico, alguna otra película o serie que no aparezca en VILLA VAMPIRO, o cualquier otra cosa relacionado con estos seres y que creáis que debería aparecer aquí, hacer el favor de decírmelo. Gracias
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jueves, 13 de octubre de 2011

RELATOS VAMPÍRICOS II

 

El límite del dolor


Dulces eran los besos que ya jamás volverían a besarle, dulces como la miel. Ahora el destino infame y perro fiel de sus condenados pasos se reía en sus oídos de su desgracia. Él era un vampiro desde que tenía uso de razón, uno fuerte y letal. Pero ahora se retorcía de dolor en la esquina de la habitación donde ella había perdido la vida. 

Su pequeña Gabrielle, ahora estaba lejos de su alcance en un lugar donde él jamás la podría alcanzar. Infames Moiras que se burlaban de su desgracia. Llevó el cuerpo de su amada hasta el cementerio y cabó el mismo la tumba, no importaba si sus manos se quejaban; no importaba la sangre que derramaba, pues aunque todo eso lo hiciera nadie se la devolvería. Nada había importado lo que había hecho por ella, la había amado y cuidado durante años, pero el cáncer había decidido que su vida llegara a su fin. 

Él le había suplicado que bebiera de su sangre, pero ella se negó en rotundo. Lo obligó a abandonarla a un lugar donde no la seguiría. Caminó durante semanas errante sin rumbo fijo, sin alimentarse, sin querer hacerlo. Sus crueles pensamientos le azotaban sin cesar dejando que su alma acabara fustigada y demacrada de dolor. 

-Eidar -lo llamó una voz. Ante él apareció la dama de los Desalentados, había oído hablar de ella. Era un bruja sin alma a la cual le habían arrancado el corazón y abandonado a su suerte. Era pequeña y rubia con grandes ojos azules pero no podía compararse con su Gabreille. Nadie podía-. ¿Qué ocurre mi pequeño vampiro? -le preguntó.

-Deseo morir. 

-¿Qué dolor te aflige?.

-La muerte de mi amada. 

-Si deseáis morir, debéis caminar hasta la puerta que separa los vivos de los muertos y suplicad. 

La bruja desapareció en una ráfaga de humo blanco y espeso. Eidar siguió su camino, primero Europa y en ella, Grecia. Él había hecho como tantos otros estúpidos en enamorarse de una humana, al final morían y dejaban una profunda agonía al vampiro que quedaba guardando su tumba.

Hades no tardó en recibirlo. El dios de la muerte lo miraba como un padre que se atormenta al ver sus hijos sufrir. 

-Anelo la muerte más que la sangre que implora mi cuerpo -le dijo a Hades. 

-Tu lugar no es éste, no puedo darte la muerte que tanto deseas. 

Lloró e imploró pero nada hizo cambiar el parecer del dios griego, ahora tenía lo que tanto le atemorizaba, una eternidad se sufrimiento eterno. Recordaba los largos y morenos cabellos de ella, sus manos acariciar su cálida piel, sus fogosos labios morder los suyos. Recuerdos que guardaría en él como tesoros y que a la vez se tornaban puñales que lo torturaban. 

Cuando volvió a la tumba de Gabrielle decidió que aquel sería su lugar, sería el guardián del descanso de su amada. Preso del dolor, se tumbó sobre la tumba en un intento inútil de sentirla más cerca. 

En el aniversario de la muerte de Gabrielle, Eidar le trajo las flores más hermosas que pudo encontrar en toda la ciudad. Las dejó sobre la tumba junto a sus lágrimas que siempre lo acompañaban. 

En el último año había descubierto que sino se alimentaba podía morir de inanición. Una muerte dolorosa pero más doloroso era seguir en un mundo que lo repudiaba. 

Aquella noche fue la más lluviosa que hubo en años, Eidar aguantó la lluvia sobre su delicada piel mientras recitaba los poemas que solía decirle a su amada. Cada palabra era una espina que se clavaba en su espina dorsal, cada párrafo era una vuelta más a la daga que llevaba clavada en el corazón. Horas más tarde el cansancio hizo mella en el obligándolo a tumbarse y dormir. 

-Eidar... 

El constante sentir su nombre lo obligó a despertar, ante él estaba la imagen más hermosa que sus sucios ojos habían visto jamás. Su dulce Gabrielle estaba arrodillada a su lado, lucía un hermoso vestido blanco y a su alrededor había un aura blanca brillante. 

-Éste no es tu destino Eidar, debes vivir amor. Por mí -le susurró ella. 

-No mi amor, quiero morir. Sin ti el mundo dejó de existir, no quiero conocer más allá de lo que tú me mostraste. 

Ante él apareció un pequeño macetero que su amada le entregó. 

-Cuídala y en primavera obtendrás una flor. Confío en ti. 

Y tras esas palabras desapareció. 

Eidar cuidó la planta, a los pocos días un débil tallo comenzó a surgir; a las pocas semanas las primeras hojas y espinas. Él la regaba, la ponía al sol, le hablaba y cantaba como si fuera un bebé. La planta fue creciendo hasta convertirse en un frondoso rosal repleto de capullos. 

El primer día de primavera el capullo más rojo se abrió, toda la habitación se iluminó de un violeta intenso y al desaparecer ante él apareció Gabrielle.

-Siempre juntos mi amor, lograste superar la prueba que te impuso el destino. 

Eidar abrazó a su amada y besó los labios que amaba con locura jurando no dejarla escapar jamás. 

El amor es como un rosal, algunas veces pincha y nos hace sangre y lágrimas pero si se cuida bien nos brinda con hermosas rosas que hemos de saber cuidar. Porque todos tenemos un pequeño rosal en algún lugar de nosotros pero hemos de saber cuidarlo, con perseverancia, paciencia y amor. Y vosotros, ¿cuidáis vuestro rosal?. 


FIN

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