Acabáis de entrar en Villa Vampiro, un lugar oscuro y peligroso, donde podréis descargaros películas y series vampíricas.

Dejáros sumergir en este mundo sangriento, dónde hayaréis una gran variedad de imágenes de estos seres tan intrigantes, que no os dejarán indiferentes.

Deleitáros también con los espectaculares relatos basados principalmente en estos seres, que aquí encontraréis. No podéis perder la oportunidad de hincarles el diente a estas historias que os producirá un sublime escalofrío.

Llevad cuidado en estas tierras malditas y evitar caminar por aqui cuando la noche haya caido y un manto oscuro cubra el cielo, por que os podréis encontrar con un abanico de blogs vampíricos que os pueden engatusar.

En definitiva, os aviso que, una vez que entréis en este blog nacido de las tinieblas donde la sangre es un rico manjar, acabaréis enganchados al mismo y todos los días sentiréis la necesidad de venir nuevamente por estos lares para dejaros seducir por l@s vampir@s que aquí habitan... ¿Te atreverás a conocerl@s?, si es así, adelante... "Villa Vampiro" os invita a que profanéis sus tierras... ¡Sean Bienvenidos!

P.D: Queridos Colmilleros, si conocéis de algún otro blog vampirico, alguna otra película o serie que no aparezca en VILLA VAMPIRO, o cualquier otra cosa relacionado con estos seres y que creáis que debería aparecer aquí, hacer el favor de decírmelo. Gracias
villa

vampiro

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miércoles, 30 de noviembre de 2011

CIERRE DEL CONCURSO/SORTEO - LISTA FINAL DE PARTICIPANTES

Hola a tod@s!, al fin ha llegado el tan esperado día 30 de Noviembre!. Hoy era el último día para apuntarse a este concurso/sorteo, y ahora mismo cierra oficialmente el plazo.

Antes de poner la lista oficial, quiero aclarar que estoy muy contenta con la gran aceptación que ha tenido dicho evento... Juro que no pensaba que se fuera a apuntar tanta gente y mucho menos que, encima, hubieran tantos relatos participando... en total son 12!!!. Así que, he de declarar que estoy muy agradecida... ¡Muchas gracias!.

Ahora sí, os pongo la lista de participantes para el sorteo (que tendrá lugar el día 7 de Diciembre), con sus total de puntos:


-Astarielle 35 ptos

-Mari 25 ptos

-Paty C. Marin 30 ptos

-Dolly Gerasol 20 ptos

-Vanesa (Nessa) 25 ptos

-Athena 40 ptos

-JJ Campagnuolo 35 ptos

-Daniela 20 ptos

-Venus Berrotera 25 ptos.

-Esther Vampire 15 ptos.

-Camila 30 ptos.

-Déborah F. Muñoz 30 ptos.

-MariB 15 ptos.

-Narrador 30 ptos.

-Angy W. 20 ptos.

-Hada Fitipaldi 15 ptos.

-PukitChan 35 ptos.

-Ángela 35 ptos.

-Kate Pb 30 ptos.

-Natalia (Natt) 30 ptos.

-Gisela 35 ptos.

Nota: Si algo no es correcto, tenéis hasta el día 6 de Diciembre para hacérmelo saber.

Y ahora os indico los participantes que están concursando con un relato (si pinchan sobre sus nombres, podréis acceder a la entrada donde se publicó su relato vampírico):

1. Astarielle

2. Paty C. Marín

3. Athenna

4. Camila

5. JJ Campagnuolo

6. Déborah F. Muñoz

7. Narrador

8. PukitChan

9. Kate Pb

10. Ángela

11. Natalia

12. Gisela 

Desde esta misma noche comienzan las votaciones y éstas durarán hasta el día 5 del mismo mes. El día 6 diré quién ha sido el/la ganador/a del concurso de relatos y al día siguiente (7 de Diciembre) se hará el sorteo con el resto de participantes.

Espero haberlo dejado todo claro, si no es así, no duden en preguntar.

Saludos y suerte!!!




¡¡¡VOTEN EN LA ENCUESTA POR FAVOR!!!


Aviso: Acabo de actualizar esta entrada:
 

RELATO PARTICIPANTE Nº 12 BY GISELA


"HUIDA"

Estaba harta de todo, quería huir, tenía que huir. No quería que mi vida fuera así, no quería ser lo que era. Lo único que realmente deseaba era tener una vida normal. Pero no lo era, sólo era una cosa, un simple engendro producto de un experimento. Mi padre era un científico loco, pero no era simplemente un científico, no, también era un vampiro dispuesto a todo. No tenía escrúpulos, era capaz de sacrificar a su propia hija, o sea yo, con tal de obtener algún descubrimiento científico que valiera la pena.  

Por esa razón me encontraba en esta horrible situación. Mis reflejos se habían vuelto más rápidos y mi velocidad había aumentado, pero esto no se detenía, me estaba convirtiendo en algo que me asustaba, y no quería aceptarlo. 

Caminé agazapada contra la pared. Un guardia vampiro estaba apostado el final del pasillo, era imposible pasar por ahí sin ser vista. Inspiré profundamente en silencio, me asaltó el olor antiséptico tan familiar, detestaba ese lugar. Las paredes eran de piedra gruesa pero estaban laminadas con metal, el piso era de cerámica gris, esto me beneficiaba ya que me ayudaba a deslizarme silenciosamente. 

Pasé por detrás del guardia, y rogué porque funcionara lo que estaba a punto de hacer. Recorrí el pasillo con la mirada, por cualquier otra posible amenaza, antes de volver a fijar mi vista en el guardia. Era sencillo, tenía años de practica, y mi padre jamás imaginó que yo intentaría usarlo en su contra. 
La mente del guardia era simple, era como un androide creado con el único propósito de vigilar el lugar, y matar, era una máquina de matar. Seguí los hilos de su mente, su mente era como una casa llena de cuartos, me concentré en ese pequeño cuarto destinado a sus pensamientos. Sus ordenes eran claras, vigilar todo el sector este, había otro dos centinelas en el lugar. Uno en la parte norte y otro en el sur del sector. Mi salida se encontraba en lado sur. 

Esperé unos segundos a que el guardia empezara su recorrido hacia el norte, y me encaminé hacia al otro lado del pasillo sin hacer ningún ruido. Ser una rata de laboratorio tenía sus ventajas. 

El centinela del lado sur, estaba concentrado en algo que no era su vigilancia. Estaba mirando atentamente a una ventana enorme de vidrio blindado. Me acerqué por detrás y posé mi mano en su cuello, le di una descarga eléctrica, el vampiro cayó pesadamente hacia mí. Estaba preparada por lo que lo atrapé y lo arrastré hacia un cuartito que había a un costado del pasillo. Lo desarmé y me quedé con las armas más livianas que podía llevar conmigo.   

Miré hacia el cristal, y perdí el aliento al ver el desastre que se desataba ahí dentro. Una mujer parecía desquiciada, se movía veloz y letal, estaba asesinando otros vampiros sin dudar, sin pestañar. El cuarto era un baño de sangre. Apreté instintivamente mi cabeza, alejándome de la violencia y el dolor. Ero otro entrenamiento, la mujer debía ser otro experimento de mi padre. El asco y las nauseas me aturdieron por un momento. Habían más como yo. Mi padre tenía más gente a la cual investigaba.

Un ruido de pasos me alertó que alguien se acercaba. Tenía que salir cuanto antes, los guardias podían aparecer en cualquier momento. Caminé hacia la salida con precaución, tratando de camuflarme para no ser vista por las cámaras. La salida estaba despajada, hacía semanas que había planeado mi huida, me había estudiado los tiempos, los cambios de guardia y todas las salidas. La salida del sector este era la menos vigilada, estaba más lejos de mis habitaciones. Pero no fue ningún problema llegar hasta ahí.

Una vez fuera del complejo, empecé a correr, era un ladera empinada. Llevaba hacia un pueblito. Detecté las cámaras y las inhabilité. No tenía tiempo para la logística en ese momento, tenía que huir. 

Las calles estaban desiertas y muy oscuras. Me llamó la atención un edificio que tenía la música fuerte, era un bar, el cartel rezaba "Purgatorio". Decidí entrar ahí, estaba desesperada nunca había estado en la calle, de hecho había pasado mis 18 años dentro del laboratorio. Por lo que consideré que me sería más cómodo estar en un lugar cerrado. Me equivoqué.  

El lugar apestaba y el calor concentrado lo aumentaba. Crucé la habitación sin dejar de mirar a mi alrededor, buscando posibles salidas. Me acurruqué en un rincón apartado, estaba cerca de la salida de emergencia. Apoyé mis brazos en la mesita y me incliné para que mi pelo formara una cortina que cubriera mi rostro. Traté de no cruzar la mirada con nadie y pasar desapercibida, llevaba una sudadera con capucha y unos jeans negros. Nada llamativo, simplemente una chica común y corriente, podía decirse que era normal. Miré a mi alrededor, sí, de hecho parecía mucho más normal a comparación de otros, por lo menos vestía de negro, que parecía ser la regla del bar.  

La puerta del bar se abrió de par en par y una mujer entró con paso regio, vestía un strapless, este se apretaba a su cuerpo como un guante, y le llagaba a mitad de muslo, sus piernas eran increíblemente largas. Miró alrededor buscando, más bien rastreando a alguien, al localizar su objetivo se acercó con paso gatuno hacia un vampiro que estaba apoyado contra la barra, aparentaba unos veinticinco años, y era muy alto. Se veía muy serio, pero sonrió levemente cuando la mujer se le acercó. Ella acarició suavemente su brazo y se inclinó para decirle algo al oído. El joven rió y yo respingué, su risa llegó hasta mí desde el otro lado del bar, ésta no había sido tan fuerte, pero lo escuché claramente, como si se hubiese reído en mi oído. Sonaba ronca y sensual. La atracción fue inmediata.   

El vampiro levantó la mirada y recorrió el bar hasta fijar sus ojos en mí, llegué a ver una nota de reconocimiento en sus ojos. Se levantó y sin dejar de mirarme empezó a caminar hacia mí, ignorando a la mujer que estaba a su lado.  
No podía dejar de mirarlo, pero todos mis instintos se activaron al escuchar el nombre de mi padre, dos hombre estaban hablando sobre él. Miré a mi alrededor y los vi. Según ellos había inventado una vitamina llamada “Hemotofina” que los hacía más fuertes, ambos tenían un tubito pequeño en la mano, en su interior traía un espeso líquido rojo. Debía ser adictiva a juzgar por la desesperación con la que se lo tomaban. Era asqueroso. 

Volví a mirar al vampiro que se me acercaba, pero otro vampiro que estaba detrás de él llamó mi atención, se había subido a la barra, todo el mundo guardó silencio. La música se detuvo repentinamente cuando él habló con voz clara y potente.  

— Anthony Carson —me tensé al oír el nombre de mi padre—, quiere que les comunique que no nos proporcionará más Hemotofina, a menos que le devolvamos viva a su hija desaparecida, Abigail Carson —me tensé si eso era una droga, los vampiros harían cola para entregarme—. Aquí hay fotos de ella.  

En efecto era yo, la foto era reciente. Tenía el pelo lacio, largo hasta la cintura de color castaño claro, y mis ojos eran plateados como los de todo los vampiros. Medía exactamente 173cm. Mi padre me hacía un examen rutinario todos los días donde verificaba mi altura, peso, temperatura corporal, resistencia, y un test de inteligencia. También era delgada, mi dieta era rigurosa. Nunca había bebido sangre, aún, pero mi padre me alimentaba con comida humana sana.    

Me levanté como si nada mientras todos empezaban a discutir por la nueva noticia. Cubrí mi cabeza con el gorro de la sudadera, y caminé hacia la salida con paso decidido, una vez afuera corrí calle abajo sin mirar atrás. No me podía estar pasando esto, me iban a capturar y entregar en cualquier momento. Iba tan concentrada en mi desgracia que no noté que alguien se interponía en mi camino, caí de una forma muy poco elegante, debo agregar. Levanté la vista furiosa, por supuesto, tenía que ser un vampiro. Sus ojos me observaron con un brillo calculador. Era el joven del bar. 

— Abigail —dijo con una preciosa voz de barítono, había una nota de reconocimiento en su voz.  

Me miraba de forma extraña, no podía leer su expresión, había pasado mucho tiempo encerrada, lejos de la civilización, como para poder comprender alguna expresión.   

El vampiro inclinó la cabeza y me tendió la mano. Me levante de inmediato sin ayuda y le dediqué un mirada furibunda. No iba a entregarme sin luchar, era consciente de que no habría diferencia si luchara o no, el “joven” debía tener unos cuantos siglos más que yo, tenía las de perder. Me tensé al sentir que no estábamos solos, había uno más detrás de mí.  

— Así que la encontraste, muy bien, Ryan, eso ha sido rápido —dijo una voz de hombre—. Anthony estará encantado con nosotros.  

Un brazo rodeó mi cintura haciendo que mi espalda presionara contra un fornido pecho, el vampiro que me sostenía hundió su rostro en mi cuello y aspiró ruidosamente.   

— Huele mejor que la Hemotofina —pude sentir la sonrisa en su voz—. ¿Acaso hemos encontrado la fuente mágica del doctor Carson?   

Miré al joven que todavía me observaba de forma calculadora. Era evidente que no iba a obtener ninguna ayuda por ahí. Traté de refrenar mi pulso, y pensar en las probabilidades que tenía de huir… eran escasas. Mi pulso volvió a acelerarse al sentir que la mano del vampiro empezaba a recorrer indecentemente mi cuerpo. Esto estaba empeorando por momentos.   

— Eres preciosa, no creo que Anthony haya dicho nada de devolverla intacta, ¿verdad? —murmuró mientras tocaba mi pecho.  

Lo siguiente que pasó fue demasiado rápido, sólo fui consciente de estar rodeada por otros brazos totalmente distintos. Tenía el rostro hundido en el cuello del vampiro, y podía sentir el cuerpo de él estremecerse de rabia.  

— No vuelvas a tocarla. —habló claramente, su voz no mostraba rastros de furia u otra cosa, simplemente dictaba una orden.  

El vampiro hizo otro movimiento rápido, y se encaró a mi agresor. Me sostenía apretada con un solo brazo a su espalda. Podía sentir la tensión en su cuerpo, se erguía protectoramente delante de mí. Su contacto fue como un shock para mí. Sentía algo extraño estando tan cerca de él, mi corazón seguía latiendo con fuerza, pero esta vez no era miedo, era algo totalmente distinto.  

— Agradezco tu ayuda, Joe —murmuró todavía con voz tranquila—, pero ya no te necesito.  

Me soltó para saltar hacia el vampiro llamado Joe. Vi horrorizada como tomaba la cabeza de él, y se la arrancaba con un brusco movimiento. La violencia me golpeó con fuerza. Mi propia cabeza estalló en pequeños dolores punzantes que en su conjunto formaban un intenso dolor que me taladraba completamente. Caí de rodillas y presioné mis sienes con fuerza para aliviar el dolor. Empecé convulsionarme producto de las arcadas que me sobrevinieron repentinamente. 

Una parte de mí era consciente de que los brazos del vampiro me rodeaban otra vez, con fuerza. Una caricia suave recorría mi espalda. Me calmé casi en el acto. Estaba sorprendida, los ataques que me producían la violencia nunca se detenían tan rápido, tardaba horas en recuperarme, a veces días. Mi padre se ponía furioso cuando esto sucedía, porque sabía que me volvia completamente inútil. Por lo que me torturaba continuamente con situaciones violentas que creaba exclusivamente para mí.  

Levanté la cabeza y miré al joven que me tenía abrazada posesivamente a él. Trabé mis ojos con los suyos. Estos eran de color plateado, hermosos. Había algo diferente en él. No era como los vampiros que había visto en el bar, ellos eran brutales, sádicos, desquiciados. Pero él... no lo parecía.  
El vampiro acarició suavemente mi rostro, fue un contacto leve, solo un roce, pero fue impactante, un golpe a mis sentidos.  

— Abigail, lo siento —murmuró, sin dejar de acariciarme—. Lo olvidé, no quise hacerte daño.  

— ¿Quién eres? —estaba desconcertada ante su familiaridad.

— ¿No te acuerdas de mí? —él me miró con ternura—. No te preocupes, amor, conmigo estás segura. No te entregaré. Yo cuidaré de ti. 

Yo cuidaré de ti.

Recordaba muy bien esa frase, esa voz. Las imágenes se agolparon en mi mente. Un niño y una niña acurrucados en la oscuridad. El niño abrazaba protectoramente a la niña, parecía estar dispuesto a todo por ella. Una nueva imagen se abrió paso en mi cerebro, la niña estaba sentada abrazada a sus piernas, no paraba de temblar y sangraba por la nariz. El niño intentaba curarla con una gasa, a la vez que limpiaba las lágrimas que caían de los ojos de la niña. 

— Cálmate, Abby, por favor. No te preocupes, yo cuidaré de ti.

Las imágenes seguían llegando, esos niños crecían convirtiéndose en adolescentes, cambiando físicamente pero no así, la actitud protectora del joven hacia la chica, que parecía cada vez más intensa.

— Ryan —murmuré. 

Él sonrió lentamente.

— Sí, amor, me recordaste. —parecía un poco sorprendido, pero se podía ver que estaba feliz—. Carlson juró que iba hacer que te olvidaras de mí, creí que lo había logrado. 

— Lo hizo, pero recordé te recuerdo. Pero... desapareciste —hice una mueca al notar la leve acusación en mi voz. 
Ryan pereció angustiado.

— Lo sé, lo siento, no quería abandonarte. Pero él me iba a matar, Abby, y tuve que escapar. —sonrió con tristeza—. He intentado acercarme al complejo para recuperarte, pero no tuve mucho éxito. ¿Cómo escapaste? 

Hice una mueca.

— Fue difícil, lo planeé por semanas. Hay más como nosotros ahí adentro, Ryan. Tenemos que hacer algo. 

— No te preocupes, Abby, haremos lo que podamos, pero primero debo ponerte a salvo a ti. 

No pude resistirme más, me arrojé a su pecho y lo abracé con fuerza.  

— Ryan, te extrañé, no te recordaba, pero igual te extrañaba. Sentía que me faltaba algo. 

Su pecho vibró con su risa. Acarició mi espalda, y luego tomó mi rostro en sus manos.

— Yo también te extrañé, cariño, y lo que es peor me acordaba muy bien de ti, no había forma de olvidarte. Jamás voy a olvidarte. 

Atrapó mis labios con los suyos,  acunó mi nuca con su mano. Su sabor era exquisito, dulce y adictivo. Nos besamos por unos minutos que me parecieron eternos. Mi cuerpo reaccionaba a sus besos y caricias. Me apreté más a él para sentirlo en cada parte de mí. 

Unas voces nos hicieron volver a la realidad bruscamente. Nos separamos, y yo automáticamente me subí la capucha de la sudadera para ocultar mi rostro. Ryan apoyó su brazo en mi hombro. 

— Vamos, Abby, ya tendremos tiempo para esto. Primero debo ponerte a salvo.

Acarició mi rostro y depositó otro suave beso en mis labios. Me dejé llevar por Ryan, segura de que él cuidaría de mí. Estaba segura de que enfrentaríamos un montón de problemas, mi padre no se iba a quedar con los brazos cruzados, mucho menos si yo era su fuente de Hemotofina. Pero con Ryan a mi lado sabía que podía enfrentarlo.

martes, 29 de noviembre de 2011

RELATO PARTICIPANTE Nº 11 BY NATALIA (NATT)

TÚ Y YO



Llovía pero a mí eso me daba igual. Tenía que seguir corriendo, tenía que seguir luchando con mi vida.


El cielo oscuro y lleno de nubes nunca podía haber dicho algo más claro: Muerte. 


Él me perseguía y yo estaba convencida que no saldría de aquel bosque viva. Tenía que haber hecho caso a Miriam y quedarme en casa leyendo. ¡Pero no! Mi estúpida cabeza tenía que haber mandado a mis estúpidas piernecitas que fueran al encuentro de Él. ¡Nunca podía haber cometido semejante estupidez!.


En el momento en el que el trueno ilumino mi camino, vi que él estaba delante de mí, me había alcanzado.


Me miraba con sus fríos ojos rojos, que en otro momento yo había creído azules preciosos, y sonreía. Siniestramente. He visto un montón de películas de miedo, pero ninguna sonrisa era así, y mucho menos real.


Yo lloraba amargamente, porque sabía que había llegado mi hora. Al menos en tiempo humano. Porque aquel vampiro me haría de los suyos.


Nunca tenía que haber confiado en él. Nunca. 


Se acercó despacio hacia mí, sabiendo que yo quería correr para salir viva de esa, pero que algo no me dejaba moverme. Mi cuerpo estaba totalmente paralizado, y nada podía hacerlo moverlo en ese instante, hasta en el momento en el que él me tocó.


Pero ya era demasiado tarde. Se acercó a mi oreja y me susurró algo:

-Tú y yo. Juntos. Para siempre – Eso y un trueno fue lo último que oí antes de sentir un fuerte dolor en el cuello y que un gran agujero negro se  me tragara.

***

Me desperté sobre algo duro y frío. Mi cuerpo tardó un poco en reaccionar, hasta saber que no estaba en un sueño. Me costó mucho recordar lo que había pasado antes de que hubiera perdido la conciencia, y deseé no haberlo recordado.


A mi mente vinieron aquellos recuerdos de cuando él me perseguía por el bosque. Los truenos y la lluvia intensa. El miedo que mi alma sentía cuando algo oscuro se apoderaba de ella.


Abrí los ojos y vi que no estaba totalmente oscuro. Una luz tenue iluminaba la habitación. No ví a nadie que esperara mi despertar, pero sentía que allí había ALGO. 


Me incorporé, sintiendo mi cuerpo muy pesado como si de plomo se tratase,  y fue un movimiento instintivo llevarme la mano al cuello. 


Mis dedos tocaron dos pequeños agujeros en el cuello, que parecía como si acabasen de cicatrizar.


Yandriel lo había hecho. Me había convertido en una de los suyos. En contra de mi voluntad y ya de mi corazón.


Ahora ya no podía volver a casa, mis padres verían que me sigo quedando en los diecinueve años, que mi pelo negro nunca tendrá canas, ni que mis ojos verdes se apagarán algún día a los ochenta años.


Pero tampoco me puedo quedar aquí. A saber lo que Yandriel y los suyos me harían. Matarme, ya no, pero no me pienso unir a su grupo de vampiros malignos o lo que sean.


Me puse de pie a la velocidad del rayo e intenté  abrir la puerta. Abierta. Típico de los vampiros, tantos conocimientos a lo largo de los siglos y no se acuerdan de cerrar una puerta. 


Salí a un pasillo. Tenía una alfombra granate muy oscuro que ocupaba todo el suelo del pasillo. En un extremo se acababa el pasillo en una gran cristalera, y por el otro seguía continuando unas habitaciones más, hasta que por fin se bifurcaba en otro sentido.


Avancé hacia aquel lugar, no sin antes ir mirándome en la decoración de las paredes. Parecían de un palacio o de un hotel antiguo. En las paredes había un montón de marcos, pero sin su cuadro. La luz que iluminaba el pasillo era más fuerte que la de la habitación en la que me había despertado, pero no llegaba a alumbrar tanto como una bombilla, de esas tan baratas que venden en los chinos por menos de cinco euros.


Cuando llegué a la bifurcación, vi que una acababa en otro pasillo acotado por una gran cristalera, mientras que el otro seguía continuando y bifurcándose.


Seguí avanzando, pero todos los pasillos parecían iguales. El mismo modelo, el mismo sentido, el mismo número de habitaciones.


Me desesperé y me caí al suelo rendida. Nunca conseguiría salir de ese sitio. Nunca.


Lloraba amargamente mientras una parte de mi cerebro se convencía de que me tenía que quedar ahí, pero otra trabajaba a gran funcionamiento intentando buscar una vía de escape.


En ese momento tuve una iluminación. Si hubiera sido un personaje de dibujos animados se me abría encendido una bombilla encima de la cabeza.


La idea era tonta, pero había que probarla. Me acerqué a una de las cristaleras más próximas. Haber, no es lo que piensas, no me voy a tirar por la ventana. Por muy inmortal que sea sé que eso duele y no estoy tan loca. Mi idea era otra: Saber interpretar el paisaje desde ahí dentro y buscar otra parte de la casa. Seguramente en alguna de las habitaciones de ese gran sitio tenía que haber un acceso para salir y para entrar, pero no me podía poner a buscar por todas.


Cuando me acerqué al gran ventanal, ví que no era un ventanal. Sino una puerta de cristal. Aquello que yo había tomado por simple decoración era un pomo, y mi salida hacia la luz y la libertad.


Abrí la puerta. Esta también estaba abierta. Daba a una gran escalera que descendía. Solo pensé una sola cosa: Salida.


Bajé corriendo sin mirar alrededor. Estaba muy cerca de la salvación, en los términos en los que los podemos emplear.


Cuando bajé, me encontré con otro pasillo, pero mis ánimos no cambiaron. Porque este era diferente. Estaba todo totalmente hecho de cristales y al otro lado se podía apreciar el paisaje de un bosque. Eso significaba que estaba lejos de la civilización. Pero eso daba igual.


A través del cristal vi, que aquel pasadizo comunicaba con otro edificio, aún más grande. En el que tenía que haber una puerta MUY grande.


Cuando pasé a la siguiente estancia, advertí de que no estaba sola. Esta vez sí lo noté, y lo vi.


Ante mí se alzaba la sonrisa más siniestra que podía haber visto en mi vida.


Yandriel tenía los brazos cruzados y sus ojos rojos me miraban con intensidad. Iba todo vestido de negro, pero no llevaba ninguna capa como la noche anterior. Mejor, porque parecía el conde Drácula.


-Por fin te despertaste, querida Alazne. – Paró un momento esperando respuesta mía, que no llegaría nunca. Ahora lo único que pensaba era en salir de allí – Sé lo que estás pensando, nunca podrás salir de aquí sin que yo lo ordene. Nunca.


En ese momento sentí como si me hubieran dado un mazazo en la cabeza. Ya sabía donde estaba. En El Palacio de Hierro.


lunes, 28 de noviembre de 2011

ASÍ ESTÁN LAS COSAS CON EL CONCURSO/SORTEO, COMPRUEBEN QUE ESTÁ TODO CORRECTO POR FAVOR

Aquí os dejo la lista de los participantes que hasta hoy se han apuntado. Los que no me han enviado un email con sus puntos extras, decirles que tienen hasta el 30 de este mes para hacerlo:

Correo electrónico:

elclubdelasescritoras@hotmail.com

Y si alguién no se encuentra en la lista o ve que hay alguna equivocación, que me lo haga saber por favor:

Aquí os dejo la lista de los participantes:

-Astarielle 35 ptos

-Mari 25 ptos

-Paty C. Marin 30 ptos

-Dolly Gerasol 20 ptos

-Vanesa (Nessa) 25 ptos

-Athena 40 ptos

-JJ Campagnuolo 35 ptos

-Daniela 20 ptos

-Venus Berrotera 25 ptos.

-Esther Vampire 15 ptos.

-Camila 30 ptos.

-Déborah F. Muñoz 30 ptos.

-MariB 15 ptos.

-Narrador 30 ptos.

-Angy W. 20 ptos.

-Hada Fitipaldi 15 ptos.

-PukitChan 35 ptos.

-Ángela 35 ptos.

-Kate Pb 30 ptos.

-Natalia (Natt) 30 ptos.

-Gisela 35 ptos.

-Terremoto

-Esther Van Castle

-Luz

Y los participantes que están concursando con un relato son (si pinchan sobre sus nombres, podréis acceder a la entrada donde se publicó su relato vampírico):

1. Astarielle

2. Paty C. Marín

3. Athenna

4. Camila

5. JJ Campagnuolo

6. Déborah F. Muñoz

7. Narrador

8. PukitChan

9. Kate Pb

10. Ángela

11. Natalia

12. Gisela 

Decirles que todavía se pueden apuntar al concurso/sorteo, que aún quedan un par de días. Ya el día 1 de Diciembre comenzarán las votaciones y éstas durarán hasta el día 5 del mismo mes. El día 6 diré quién ha sido el/la ganador/a del concurso de relatos y al día siguiente (7 de Diciembre) se hará el sorteo con el resto de participantes.

Espero haberlo dejado todo claro, si no es así, no duden en preguntar.

Saludos y suerte!!!

RELATO PARTICIPANTE Nº 10 BY ÁNGELA

Corazón de Plata





No todos los días pueden ser felices, no siempre se le puede sonreír al mundo, no puedo solo fingir que estoy bien cuando el pesar va tomado de mi mano; cómo explicarle a quienes te critican sin saber que puedes acabar con sus vidas en un segundo, si soy diferente, lo presienten pero igual me señalan, no hablo igual, no visto igual, y ahora el mundo me da igual… tomo la decisión de decirle NO a todos los que me quieren cambiar… soy lo que soy, no hay vuelta atrás.
Me escondí bajo el Puente Garibaldi, lejos de los básicos humanos, odiaba tener en mi mente a Vincent, lo amaba, habíamos casado juntos por años, pero él era… especial. No cazábamos donde mismo y tampoco cazábamos lo mismo. El se conformaba con unos insípidos animales, yo no podía. Solo la sangre humana era capaz de satisfacerme. Era una disputa que tratábamos de hacer a un lado por el amor. Pero no era fácil, yo no podía continuar aquí, la población del pueblo no era tan extensa ya, debía irme, pero el… él quería quedarse aquí en Verona, yo estaba harta de esta ciudad y necesitaba un lugar tan poblado que las entes de seguridad no notaran los leves cambios en las tasas de mortalidad, no lo pensé mucho al decidir irme, el ya no podía atarme a Roma, y menos a la ciudad. Estaba ya un poco asqueada del romance que relucía en toda Verona “La ciudad de Romeo y Julieta”, todo era mejor al principio cuando nos vinimos de Grecia, pero ya no, era momento de irme, el romance de la ciudad solo lograba debilitarme.
Camine hasta un museo deshabitado donde me había estado escondiendo los últimos días, me detuve en la puerta mirando la solitaria luna, arriba sin compañía, sintiendo envidia del Sol que podía presenciar al mundo, mientras ella tenía permiso solo para salir de noche y contemplar las calles desoladas y a los habitantes de la noche; sentía lastima por ella, todo el tiempo ahí, solo observando cómo el mundo se destruía por sus propios habitantes.
Terminé de entrar, me senté y deje caer la cabeza sobre la mesa de mármol Francesa, respire hondo, gire la cabeza y cuando clave la vista en una gran biblioteca divise un globo terráqueo, lo tome y comencé a girarlo y girarlo, deje que mi dedo callera sobre cualquier parte, mi sorpresa fue grande, cuando vi que me alejaba bastante de donde estaba… pero que importaba ese era mi propósito, ¿no?
Cleveland, quedaba más que lejos, era lo mejor. Irme, conocer gente “nueva” que luego dejaría de serlo para convertirse en común. Sabía que no conseguiría nada diferente, más que comida. Pero igual tome mis pocas pertenencias, algunas camisas y pantalones viejos, las tarjetas de crédito, el efectivo y lo junte todo dentro de una mochila verde oscura.
Cuando salí del museo, me encontré a Vicent, recostado en la pared lateral con un pie sobre el muro. El tenia un instinto muy fuerte, cuando de mi se trataba.


- ¿Te vas? –pregunto cabizbajo. Su cabello negro estaba ya largo, caía liso sobre sus ojos café.


- Si… yo… lo lamento. No puedo quedarme aquí.


- No valdría mucho si te lo pidiera de nuevo, ¿cierto?.


- Sabes que no…


- Podemos mudarnos a otra ciudad si estas tan cansada de esta. Y bueno… trataremos de resolver lo de la cacería. Quizás…


- No Vincent, para lo primero no hay otro lugar al que me apetezca ir,  ya hemos estado en Millán, Palermo, Nápoles, Florencia, etc. no quiero más estar aquí. Necesito alejarme. Y de lo segundo pues… sabes que no voy a cambiar de parecer, lo he intentado, eres consciente de ello… pero no es normal vivir así. No puedo.


- Lo sé… no te abrumare con eso. Es una conversación de antaño… pero vas a estar sola… -las excusas expiraban.


- Estuve sola por años… igual que tú… antes de conocernos. Seguro me las apañaré bien.


- Por favor, déjame un número. Comunícate cuando llegues… o… algún día.


- Lo prometo.
Se acerco a mí tan rápido que no pude alejarme, me tomo en brazos y me beso como antes, como ahora, como siempre; nunca podría olvidar sus besos; el mundo se borraba y los débiles humanos y sus problemas quedaban eclipsados hasta desaparecer de mi vista.
Sus labios eran el mejor aliado de mis sentimientos por él… me separe un poco mientras respiraba con una seguridad dudosa. Me costaba dejarlo atrás, pero no podía continuar aquí, necesitaba algo más.


- Te amo –susurro con su frente pegada a la mía –Siempre será así Auri.
Suspiré melancólica, no me gustaba despedirme. No pensaba hacerlo, pero claro el no me dejaría irme sin decirme adiós.


- Y yo a ti. Lamento irme. Pero no puedo seguir aquí… no así. Adiós.
Me di la vuelta y comencé a correr mientras una lágrima se deslizaba por mi mejilla. Odiaba dejarlo atrás. Odiaba tener un corazón tan duro, capaz de abandonar a mi único amor por la sangre y un lugar nuevo. Pero así era yo, al parecer era tan dura como la plata y tan fría como un tempano de hielo, no había remedio para mi alma contaminada.
Abandone la ciudad, cruzando bosques y montañas, acantilados y ríos. Pasaba tan rápido que los animales del bosque no me notaban siquiera; cuando llegue a Lisboa, Portugal; decidí que era hora de tomar un barco que me llevara hasta un puerto en Estados Unidos, cerca de Boston y de ahí irme hasta Cleveland.
Ir en el barco era algo… complicado… y peligroso para los demás pasajeros. Trate de controlarme como me había explicado Vincent, me puse un suéter solo por apariencia y salí a la cubierta del barco, respire hondo hasta sentir llenos los pulmones, expulse el aire poco a poco y me concentre en el mar y su grandeza; olvidando que habían cerca de mi más de 5 personas con sus corazones bombeando una sangre más que provocativa, podía olerlos y saborear la sangre imaginándomela en mi boca, y además recordé que en el resto del barco habían más de 500 humanos.
Era más fácil si no pensaba en ello, agradecí haberlo practicado antes, me mantuve todo el viaje ahí, de pie, quieta, solo viendo a la deriva. Olvidando todo lo demás, solo recordando… odiaba recordar pero cuando intentaba ser un poco civilizada siempre recordaba a mi gran amor, ese que había dejado solo allá en Verona.
Nos acercábamos al puerto en Boston, casi nadie se había dado cuenta, pero mi agudo sentido de la vista, me permitía distinguirlo aún a lo lejos. Baje a buscar mis cosas mientras contenía la respiración. Logre salir airosa del barco, sin matar a nadie.
Me sentía orgullosa en realidad…
Era un sentimiento extraño, pues yo sabía que mi naturaleza era cazar, dar muerte, beber sangre… humana.
Pero se sentía tan bien no quitarle la vida a alguien, aunque este fuera un ser cotidiano y normal.
Camine un poco por el pueblo y entre a unos edificios cercanos, había un pequeño café; entre y me senté en la mesa más alejada mientras me tomaba un refresco para relajarme y calmar un poco mi verdadera sed…
Llegue a un hotel pequeño para pasar la noche, bañarme y poder cambiarme de ropa. Me recosté sobre la pequeña cama, sobre unas sabanas usadas y con mucho a olor a detergente. Decidí que mi viaje a Cleveland debía hacerlo corriendo, no me sentía muy segura y capaz de ir en un avión encerrada. Era mejor no arriesgarme. 


- Buenos días mi único amor.
Solo es un sueño me dije a mi misma cuando la dulce voz de Vincent reboto en mis oídos y me rasgo el muerto corazón.


- Puedes abrir los ojos, por favor. 


- Es mentira… -enmudecí cuando escuché mi voz, esperaba que al ser un sueño solo se escuchara mi voz en mi dañada cabeza.
Abrí un ojo y cuando lo vi me corrí hacia atrás y me senté inmediatamente…


- Es imp… ¿qué haces aquí?... ¿Cómo?.


- Te he seguido desde que te fuiste… o casi… no tarde mucho tiempo en darme cuenta de que no puedo vivir sin ti… no después de que te encontré… ¿cómo perderte? No, no puedo, te amo demasiado como para dejarte ir tan fácilment…
Lo besé sin dejarlo terminar, había venido por mí. No importaba a qué lugar del mundo fuera mientras él estuviera a mi lado. Todo podía mejorar mientras estuviéramos juntos.


- Te amo… -dije en medio de un tierno beso – no puedo creer que estés aquí –dije con una radiante sonrisa.


- Y yo te amo el doble Auri, eres lo único verdadero por lo que puedo seguir viviendo. 


- Podremos salir adelante –exclame más que confiada.


- Sé que si… te vi en el barco. Pudiste superar tus instintos. Admiro tu fuerza de voluntad.


- No tanto como yo la tuya –dije contrariada.


- He estado más tiempo practicando. Podrás algún día… si te lo propones… no quiero presionarte.


- No… está bien… tienes razón. No es necesario que me lo digas. Prometo intentarlo una vez más y otra, y otra si es necesario.
Me besó una vez más, me alegraba verlo tan feliz.


- Si quieres podemos volver a Roma –le ofrecí a los minutos.
Yacía acostado a mi lado, giro mi cara hacia la de él.


- Iré a donde tu vallas… si quieres ir a Cleveland allá iremos. Luego podemos ir a otros lugares y recorrer el mundo, no me importa mientras sea contigo… -dijo con una sonrisa picara.


- Todo estará bien ahora… -afirmé.
El estaba junto a mi… no necesitaba nada más. 
La sed, pues si iba a ser decir pero debía aprender a controlarla, el me ayudaría.
Lo amaba, hoy podía sonreír y decirle al amor SI… y abandonar ese corazón de plata para hacerlo tan suave como el algodón… todo por él.




RELATO PARTICIPANTE Nº 9 BY KATE PB

Encierro 





Puedo escuchar como los pasos se acercan cada vez mas. Mí corazón se acelera a tal punto que puedo oírlo retumbar en mis oídos y apenas puedo respirar. Sé lo que ocurrirá después, tan solo hace falta echar un vistazo para notar las paredes grises manchadas de sangre y los cuerpos inertes a mí alrededor.

Trago en seco cuando los pasos se escuchan cada vez más fuertes. Tengo sed y mí garganta arde, tampoco me había dado cuenta de lo agotada que estaba hasta ese momento. Cierro los ojos y me limito a escuchar los gritos histéricos y aterrorizados que parecen provenir de donde deberían estar ubicadas las celdas de mis compañeros. Una pequeña sonrisa se formó en mí rostro aunque en ella no se reflejaba ningún sentimiento. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que los había visto, desde el mismo día que nos enteramos que iban tras nosotros…

Cuando los gritos se acallaron, miro hacía la puerta y espero.

Pronto será mi turno – pensé mientras la adrenalina invadía mí cuerpo.

Entonces la puerta se abrió, dejando pasar una estela de luz. Un chico de aspecto larguirucho fue empujado dentro. Me acerqué a verlo un poco mejor, tenía el cabello rubio y el iris de sus ojos era de un color gris casi blanco. En sus ojos vi el terror reflejado, no me importó y sonreí aun más mostrando todos mis dientes... era la hora de la cena.




domingo, 27 de noviembre de 2011

A FALTA DE POCOS DÍAS PARA QUE FINALICE EL CONCURSO/SORTEO, HOY OS TRAIGO LA LISTA PROVISIONAL DE PARTICIPANTES

Aquí os dejo una vez más, la lista de los participantes que hasta hoy se han apuntado. Cómo comprobaréis, la mayoría de ellos ya tienen sus puntos y los que no, deben de enviarme un email con los mismos (tienen hasta el 30 de este mes) al correo electrónico:

elclubdelasescritoras@hotmail.com

Y los participantes son:

1-Astarielle 35 ptos

2-Mari 25 ptos

3-Paty C. Marin 30 ptos

4-Dolly Gerasol 20 ptos

5-Vanesa (Nessa) 25 ptos

6-Athena 40 ptos

7-JJ Campagnuolo 35 ptos

8-Terremoto

9-Esther Van Castle

10-Daniela 20 ptos

11-Luz

12-Venus Berrotera

13-Esther Vampire 15 ptos.

14-Camila 30 ptos.

15-Déborah F. Muñoz 30 ptos.

16-MariB 15 ptos.

17-Narrador 30 ptos.

18-Angy W. 20 ptos.

19-Hada Fitipaldi 15 ptos.

20-PukitChan 35 ptos.

21-Ángela 35 ptos.

22-Kate Pb 30 ptos.


Añadir que, estoy muy contenta con la gran aceptación que está teniendo este concurso/sorteo, ya que en otras ocasiones, las cifras han sido mucho más inferiores... ¡GRACIAS A TOD@S POR PARTICIPAR!


RELATO PARTICIPANTE Nº 8 BY PUKITCHAN

Post Mortem

Por:
PukitChan 

I

¿Recuerdas…?.

Había sangre al alrededor, crueldad y gemidos angustiantes. Gritos dolorosos y lágrimas infinitas. Nada más allá que la muerte enviciada de soledad.

¿Está en tu mente?.

Una sonrisa tétrica, que te miraba anhelante, intentando convencerte de todas las maneras posibles que no había actuado mal. Te necesitaba y por ello, era capaz de todo. ¿No siempre lo dijo con voz susurrante y clara?

“Tú me perteneces y por ti haría cualquier cosa.”


¿Está bien sentir lo que sientes? El Dios en el que no crees, sabe que estos sentimientos los han sobrepasado a ambos. ¿Hasta qué punto? He ahí la incógnita de esta cruel situación. Es difícil saber hasta dónde se puede llegar por amor, Porque a pesar de la sangre, de la traición, del sufrimiento, de las almas destrozadas y de las vidas rotas, ambos saben que eso, ese inexplicable calor en sus pechos que asciende a medida que se van acercando… a ello se le llama “amor”.

Amor… qué palabra tan curiosa. 

*

-Cronos… -musitó ella. Tan melódica y dulce esa voz había sido, que la emisora se sintió embelesada por su mismo timbre. Sus blancas manos se hundieron y perdieron en cascada de cabellos negros que rozaban sus hombros desnudos. Claramente sentía el suave movimiento de la cama en la que se hundía sutilmente, mientras sus labios esbozaban una sonrisa que demostraba lo que estaba sintiendo; estaba feliz.

Levantó sus piernas separadas, sintiendo la frialdad del cuerpo que estaba encima de ella, a pesar de que ambos estaban vestidos. Y comprendió que lejos de suplicar por su calor, cada noche anhelaba esa sensación congelante y abrumadora, la que ahora rozaba su piel provocándole un cosquilleo que terminó siendo un estremecimiento.

Apoyó su cabeza en la tersa almohada, mirando el techo con la vista nublada y exponiendo más su cuello níveo, manchado únicamente por dos hilos de sangre que la recorrían hasta ensuciar la tela blanca y brillante de la sábana. A excepción de una respiración innecesaria, no se escuchaba nada más, no había dos corazones latiendo, sencillamente porque los suyos no lo hacían. Lo único que los mantenía unidos, creando una inexplicable conexión entre ellos, era ese río de sangre que de su garganta brotaba.

―Cronos… ―repitió, esta vez más angustiada. A modo de respuesta unas manos recorrieron su anatomía, reposando finalmente en su cintura luego de que eso fuese suficiente para tranquilizarla, aunque no parecía dar algún tipo de efecto.

Tembló, emitiendo un jadeo cuando su piel percibió claramente cómo unos afilados colmillos repasaban la textura, escogiendo el sitio más ideal para morder. Mientras se deslizaba, el temor, la adrenalina, el deseo de que la marcara era latente. Era su noche.

―No temas Tinia… ―murmuró finalmente la voz ronca, masculina y con un dejo sensual que parecía invitarte a que permanecieras a su lado. Él.

―No lo hago ―respondió trémula, hasta que espalda se elevó, marcando una curva perfecta cuando lento y doloroso, Cronos enterró aquellos colmillos en su piel, llegando a su sangre dulce, deliciosa y enigmática. 

Sus dedos se clavaron en la cabeza del otro, para finalmente recorrer el cabello negro con ellos. La sangre era absorbida con tal lentitud que claramente el movimiento era aceptado y podía reaccionar con facilidad. No había nada más en esos momentos que ellos dos… nada más.

Cronos cerró los ojos cuando comenzó a beber de su amada Tinia, la dama de cabellos largos, rojos y ondulantes, apasionantes como tal como ella lo era. Físicamente, ambos no eran parecidos. Ella era más bien pequeña, delicada, como un hada del bosque, llena de fulgor e irónicamente de vida. Un tatuaje recorría el cuello que él mordía, marca de la familia vampírica de sangre pura, de la que Tinia descendía.

Cronos en cambio, era alto, fornido, gallardo, a veces silencioso y otras, amenazante. Sus ojos eran amarillos, un inusual brillo dorado que lo revelaba como impuro, es decir, un humano que fue transformado en un ser de la noche.

Y ahora justamente, Cronos bebía de ella más no con la intensión de alimentarse, sino con para dejarle la señal de que eran amantes; su propio pacto vampírico de amor. También Tinia haría lo mismo más adelante, en cuestión de minutos en realidad, dejaría su sello en el cuello de él, para que nadie más se atreviera a dudar de lo que sentían el uno por el otro.

¿Eso de verdad sería suficiente?.

Cronos separó su cuerpo del de su pareja, lamiendo la piel que poco tardó en regenerarse, más conservado la marca de sus colmillos. Entrecerró los ojos y miró el brillo rojo de las pupilas de Tinia, que parecían transmitirle que todo estaba bien. Acarició con el dorso de su mano, aquella piel tierna, notando que le daba una sonrisa reconfortante.

―¿Estás segura? ―Cronos emitió algo parecido a un suspiro, al momento de pronunciar esa pregunta.

―No te diré mi respuesta en palabras, sino en actos… ―declaró la voz decidida de la fémina, abriendo esos labios gruesos y rojos para mostrar sus afilados y blancos colmillos, antes de ladear su hermoso rostro para buscar la sangre de Cronos, cuyo sabor era inusual, diferente.

Si Tinia tuviese que comparar con una palabra la sangre de él, ésa sería “Prohibido…”.

Hundirse en su piel inexplorada y por vez primera en su larga vida, probar la sangre de otro vampiro, era un hecho que parecía abrirle el paso a nuevos caminos. Pero no tenía nada de qué sorprenderse, pues desde que Cronos había entrado en su vida, todo era de un color diferente, un nuevo misterio que esperaba ser revelado.

―Diablerie ―dijo Cronos en un gemido, mientras Tinia lo marcaba como suyo, apretándolo con sus pequeñas manos―. El peor pecado de nuestro mundo.

Tinia cerró los ojos, al tiempo que una lágrima de sangre resbalaba por su mejilla; estaba traicionando todo, su familia, su existencia, sus creencias. Ahora mismo, lo estaba haciendo. Aquel pecado por el que tantos vampiros fueron juzgados; ése motivo porque el que miles de asesinatos se han cometido.

Diablerie. Un vampiro que bebe  de la sangre de otro vampiro. No hay mayor deshonra y traición para su mundo. Y ahora, tanto Tinia como Cronos estaban condenados, ahora ellos serían atados y maltratados, humillados, torturados y quizás hasta matados por su misma familia.

Todo porque Cronos era un impuro y Tinia una descendiente directa de la línea de Caín.

Qué estupidez. ¿Será que todos caemos con la misma piedra, una y otra vez?.

Se separó, aún con el candente sabor de la sangre en sus labios hinchados. Jadeante, Tinia abrazó necesitada a Cronos, desesperada por un poco de paz en esos instantes en el que el destino de ambos había sido sellado. Ahora, sólo era cuestión de esperar. ¿Cuánto? Imposible decirlo; años, meses, día, minutos… segundos.

―Te amo… ―dijo en un sollozo que lastimó la voz suave de ella. Sus mejillas se encontraron, así como después lo hicieron sus labios. Un beso; eso era todo. Eso bastaba para que eso no fuese considerado una total locura, una razón inexplicable que más tarde sería un sueño sin fin. Aquello por lo que decidieron arriesgarlo todo. Sólo un beso, un intimo contacto de labios… era suficiente.

Permanecieron así, abrazados, juntos, acariciándose mutuamente. No esperaban, porque eso es difícil. Acordaron amarse hasta que no pudieran hacerlo, hasta que llegara el momento en el que el tatuaje de Tinia se borrara de su cuello, en señal de su felonía.

―Qué tierna escena… ―ironizó una voz masculina que hizo sobresaltar a la pareja. Sabían que esconderse o huir no serviría de nada, porque los alcanzarían. Habían dejado las ventanas abiertas, al igual que la puerta en esa noche de luna menguante. La señal era clara: Los esperaban… aunque ciertamente a muchos, no sólo a uno.

―Mazda ―anunció el nombre Tinia al incorporarse, siempre sosteniendo la mano de Cronos.

El hombre que los veía era un ser viejo, con cicatrices en su rostro. Fácilmente pudo hacerse pasar por un boxeador del mundo humano sin que nadie notase su naturaleza a causa justamente de esa apariencia física más bien tosca, poseedor de una joroba apenas notoria junto con un carácter frío, que caracterizaba a los cazadores: aquellos que se dedicaban a matar a los vampiros que se encargaban de propagar las enfermedades de su especie, y en determinados casos a quitarles el alientos a aquellos que habían cometido el acto de Diablerie.

―Tinia… Tinia… ―repitió con ternura casi fraternal Mazda, lo cual en realidad no era demasiado extraño pues durante muchos años se había encargado que ningún miembro de la descendencia de Caín enfermase―, te dije muchas veces que no lo hicieras, pero aquí estás, dándole la espalda a todo.

La chica bajó la mirada, escondiéndose tras su cabellera de fuego. Cronos, al ver este gesto de parte de su amada, bajó de la cama para que al colocar ambos pies descalzos en el suelo, llegase lentamente a estar frente a Mazda, quien le sobrepasa por unos cuantos centímetros, aunque eso no fue suficiente para reducir la fiereza de su decisión.

―No tienes por qué decirle nada, Mazda… ambos estamos aquí, aceptando las consecuencias de nuestros actos.

Mazda sonrió y levantó su mano, tan ágil, que sólo le tomó milésimas de segundos apoderarse del cuello de Cronos con la palma de su mano, para azotarle contra la pared más cercana. Tinia gritó llena de rabia. Si iban a atacarlos, que fuera justamente a ambos.

Más cuando ella estaba a punto de enfrentarse a Mazda, la mano de Cronos le detuvo. Él, desde su posición levantaba su mano, indicándole que el cazador no le estaba haciendo daño, sólo le retenía en la pared, haciendo de esto una escena violenta, sin que en realidad lo fuera.

―Crié a Tinia como si fuese mi propia hija y ahora por ironías de la vida, es mi deber matarla―confió Mazda―. Más me es imposible hacer eso… No puedo dejarlos en libertad tampoco, porque si no soy yo, alguien más lo hará… vendrá por ustedes.

―Mazda… ―susurró Tinia.

―Cronos ―nombró al hombre que tenía acorralado, apretando un poco más su cuello―. Mátame Cronos. Si de verdad amas a Tinia… mátame y ambos, ¡rápido! Beban de mi sangre. ¿Saben porque soy cazador, cierto? Es la única manera en la que quizás les pueda dar más tiempo. ¿Cuánto? No sé en realidad... pero sí en verdad estar juntos es lo que quieren…resistirán esto.

―La maldición Nosferatu… ―Jadeó Cronos.

Siendo un vampiro, Mazda fue contagiado por la maldición de Nosferatu, mediante el Diablerie. Esta maldición hizo de unos de los vampiros más respetados y pertenecientes a una familia pura, que fuera expulsado al rango de Cazador. Al ser infectado por un miembro de Clan Vampírico Nosferatu, su cuerpo se deformó físicamente al que actualmente poseía. Desagradable, un insulto para la vista vampírica como solía llamarse él mismo. Y ahora, la única forma de liberar a Cronos y Tinia de su fatal destino, era enfermarlos, cambiarlos y finalmente, hacerles perder la apariencia física que poseían, junto con la mitad de sus habilidades que habían heredado al pertenecer a dicha especie.

Caprichoso y sádico destino…

II

Benditas sean siempre las criaturas de la noche.


Sus manos temblaban al igual que sus rojos labios. Sollozaba lentamente sin derramar ninguna lágrima en realidad. Abrazaba con una mano el cuello de Mazda, y la otra estaba firmemente sosteniendo una estaca de madera enterrada en el pecho del vampiro antiguo. Los ojos del hombre estaban abiertos pese a que estos ya no miraban nada.

Tinia había evitado que Cronos cometiera el acto de matar a Mazda. Sí alguien debía cargar con un pecado, ésa era ella, porque no podría descansar en mejores brazos que en los de la vampiro. Lo colocó en un estado de sueño, hasta que alguien le quitara la estaca que daba una tregua a su eterna muerte.  Desesperada, era lo único que se le había ocurrido hacer en esos momentos. No quería perder a Mazda, así como no podía quedarse tampoco sin Cronos, quien por su parte, había observado la escena y ahora, sentando en el suelo junto a su amada y el cuerpo del cazador, comprendía el sacrificio de sus sentimientos y aunque su pecho se oprimía, anhelando liberarla de todo ese dolor, lo cierto es sus egoístas sentimientos jamás podrían soltarla; después de todo, ya habían llegado demasiado lejos para volver atrás.

―Bebe Cronos… ―ordenó la pelirroja con voz aparentemente fría, cuando en realidad, sólo estaba viviendo un momento de escape―. Mazda nos concedió tiempo y habremos de aprovecharlo. Sé que no seré lo que ahora ven tus ojos… éste cuerpo se deformará hasta casi lo grotesco, pero nadie mejor que tú lo comprenderá.

El chico asintió, más antes de cualquier otra cosa, levantó el rostro de Tinia para besarle, tocando la suavidad de sus labios, misma que desde ese momento, ya sabía que extrañaría. Pero sus sentimientos humanos por ella iban más allá de lo simple físico, quizás ahora serían parte de los Nosferatu, pero después… quizás, sólo quizás después…

Levantó la mano izquierda de Mazda, para enterrar sus colmillos en la muñeca. Cronos miró y sonrió por última vez a Tinia en esa forma. Como un espejo, ella tomó la mano contraría para beber también de esta forma, ambos agradeciéndole a Mazda lo que quizás pareciera poco, pero que en realidad fue enorme para ellos. Al mismo tiempo hundieron sus colmillos, mientras entrelazaban sus manos, para comenzar a beber.

El efecto fue inmediato.

Mientras más bebían la sangre llena de la maldición Nosferatu, sus cuerpos temblaban, sus ojos se llenaban de un color verde intenso y su anatomía envejecía. Su piel se arrugaba, sus cabellos caían, y una joroba iba curveando ambas figuras.  Como dos rosas sin agua, se marchitaban a pasos agigantados, al punto de quedar secos, sin vida. Lo que alguna vez fueron dos jóvenes vigorosos, ahora se estaban volviendo dos almas en pena, esperando el momento para que al fin pudiesen descansar en paz.

Huir… vivir huyendo… escondiendo su amor, pero… estando juntos hasta el fin. 


***

Un golpeteó insistente en la puerta, obligó a una anciana a ponerse de pie. Arrastrando su cuerpo viejo y cansado, cerca del anochecer, sonreía cuando un niño de ocho años esperaba del otro lado con una canasta de pan en ambas manos.

―Buenas noches, abuela Tinia… ―saludó el pequeño alegremente, estirando la canasta hecha a mano―, mi madre le envía esto, lo acaba de hacer, espera que le guste a usted y al abuelo Cronos.

―Gracias cariño… ―dijo la mujer, acariciando la cabecilla pequeña, sosteniendo la canasta―, no olvides darle las gracias a tu madre.

―No lo olvidaré… ―aseguró el niño―. ¡Hasta mañana abuela Tinia!.

La mujer cerró la puerta, aún con esa cálida sonrisa en los labios, más cálida de lo que había hecho en muchos años. Compartir y estar en el mundo de los humanos durante tanto tiempo, había hecho que su perspectiva fuese cambiada. Acostumbrarse al mundo humano no fue fácil, aunque Cronos la había ayudado y gracias a él, pudo ser feliz a su lado.

―Le agradas mucho a la vecina… ―comentó Cronos, moviéndose en una silla, leyendo un libro con la ayuda de los lentes.  Tinia colocó la canasta en la mesa más cercana, espiando ésta para ver y olfatear sus obsequios.

―Podremos acompañar la sangre de esta noche con el pan… ―dijo Tinia, curiosamente animada por la combinación.

Cronos levantó la vista, observando a la mujer vampiro que aún poseía la maldición Nosferatu, pero mostrando la sonrisa más hermosa que cualquier otra.

―Te queda bien ser un Nosferatu… ―bromeó. Ella río y al acercarse a besarlo, suspiró suavemente.

―También a ti. 

*

En un rincón olvidado de esa casa antigua y hermosa, estaba la cura de la maldición Nosferatu… esperando el momento en el que al fin pudiese ser tomada.




 9. Leer el siguiente relato by Kate Pb
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