Acabáis de entrar en Villa Vampiro, un lugar oscuro y peligroso, donde podréis descargaros películas y series vampíricas.

Dejáros sumergir en este mundo sangriento, dónde hayaréis una gran variedad de imágenes de estos seres tan intrigantes, que no os dejarán indiferentes.

Deleitáros también con los espectaculares relatos basados principalmente en estos seres, que aquí encontraréis. No podéis perder la oportunidad de hincarles el diente a estas historias que os producirá un sublime escalofrío.

Llevad cuidado en estas tierras malditas y evitar caminar por aqui cuando la noche haya caido y un manto oscuro cubra el cielo, por que os podréis encontrar con un abanico de blogs vampíricos que os pueden engatusar.

En definitiva, os aviso que, una vez que entréis en este blog nacido de las tinieblas donde la sangre es un rico manjar, acabaréis enganchados al mismo y todos los días sentiréis la necesidad de venir nuevamente por estos lares para dejaros seducir por l@s vampir@s que aquí habitan... ¿Te atreverás a conocerl@s?, si es así, adelante... "Villa Vampiro" os invita a que profanéis sus tierras... ¡Sean Bienvenidos!

P.D: Queridos Colmilleros, si conocéis de algún otro blog vampirico, alguna otra película o serie que no aparezca en VILLA VAMPIRO, o cualquier otra cosa relacionado con estos seres y que creáis que debería aparecer aquí, hacer el favor de decírmelo. Gracias
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domingo, 27 de noviembre de 2011

RELATO PARTICIPANTE Nº 8 BY PUKITCHAN

Post Mortem

Por:
PukitChan 

I

¿Recuerdas…?.

Había sangre al alrededor, crueldad y gemidos angustiantes. Gritos dolorosos y lágrimas infinitas. Nada más allá que la muerte enviciada de soledad.

¿Está en tu mente?.

Una sonrisa tétrica, que te miraba anhelante, intentando convencerte de todas las maneras posibles que no había actuado mal. Te necesitaba y por ello, era capaz de todo. ¿No siempre lo dijo con voz susurrante y clara?

“Tú me perteneces y por ti haría cualquier cosa.”


¿Está bien sentir lo que sientes? El Dios en el que no crees, sabe que estos sentimientos los han sobrepasado a ambos. ¿Hasta qué punto? He ahí la incógnita de esta cruel situación. Es difícil saber hasta dónde se puede llegar por amor, Porque a pesar de la sangre, de la traición, del sufrimiento, de las almas destrozadas y de las vidas rotas, ambos saben que eso, ese inexplicable calor en sus pechos que asciende a medida que se van acercando… a ello se le llama “amor”.

Amor… qué palabra tan curiosa. 

*

-Cronos… -musitó ella. Tan melódica y dulce esa voz había sido, que la emisora se sintió embelesada por su mismo timbre. Sus blancas manos se hundieron y perdieron en cascada de cabellos negros que rozaban sus hombros desnudos. Claramente sentía el suave movimiento de la cama en la que se hundía sutilmente, mientras sus labios esbozaban una sonrisa que demostraba lo que estaba sintiendo; estaba feliz.

Levantó sus piernas separadas, sintiendo la frialdad del cuerpo que estaba encima de ella, a pesar de que ambos estaban vestidos. Y comprendió que lejos de suplicar por su calor, cada noche anhelaba esa sensación congelante y abrumadora, la que ahora rozaba su piel provocándole un cosquilleo que terminó siendo un estremecimiento.

Apoyó su cabeza en la tersa almohada, mirando el techo con la vista nublada y exponiendo más su cuello níveo, manchado únicamente por dos hilos de sangre que la recorrían hasta ensuciar la tela blanca y brillante de la sábana. A excepción de una respiración innecesaria, no se escuchaba nada más, no había dos corazones latiendo, sencillamente porque los suyos no lo hacían. Lo único que los mantenía unidos, creando una inexplicable conexión entre ellos, era ese río de sangre que de su garganta brotaba.

―Cronos… ―repitió, esta vez más angustiada. A modo de respuesta unas manos recorrieron su anatomía, reposando finalmente en su cintura luego de que eso fuese suficiente para tranquilizarla, aunque no parecía dar algún tipo de efecto.

Tembló, emitiendo un jadeo cuando su piel percibió claramente cómo unos afilados colmillos repasaban la textura, escogiendo el sitio más ideal para morder. Mientras se deslizaba, el temor, la adrenalina, el deseo de que la marcara era latente. Era su noche.

―No temas Tinia… ―murmuró finalmente la voz ronca, masculina y con un dejo sensual que parecía invitarte a que permanecieras a su lado. Él.

―No lo hago ―respondió trémula, hasta que espalda se elevó, marcando una curva perfecta cuando lento y doloroso, Cronos enterró aquellos colmillos en su piel, llegando a su sangre dulce, deliciosa y enigmática. 

Sus dedos se clavaron en la cabeza del otro, para finalmente recorrer el cabello negro con ellos. La sangre era absorbida con tal lentitud que claramente el movimiento era aceptado y podía reaccionar con facilidad. No había nada más en esos momentos que ellos dos… nada más.

Cronos cerró los ojos cuando comenzó a beber de su amada Tinia, la dama de cabellos largos, rojos y ondulantes, apasionantes como tal como ella lo era. Físicamente, ambos no eran parecidos. Ella era más bien pequeña, delicada, como un hada del bosque, llena de fulgor e irónicamente de vida. Un tatuaje recorría el cuello que él mordía, marca de la familia vampírica de sangre pura, de la que Tinia descendía.

Cronos en cambio, era alto, fornido, gallardo, a veces silencioso y otras, amenazante. Sus ojos eran amarillos, un inusual brillo dorado que lo revelaba como impuro, es decir, un humano que fue transformado en un ser de la noche.

Y ahora justamente, Cronos bebía de ella más no con la intensión de alimentarse, sino con para dejarle la señal de que eran amantes; su propio pacto vampírico de amor. También Tinia haría lo mismo más adelante, en cuestión de minutos en realidad, dejaría su sello en el cuello de él, para que nadie más se atreviera a dudar de lo que sentían el uno por el otro.

¿Eso de verdad sería suficiente?.

Cronos separó su cuerpo del de su pareja, lamiendo la piel que poco tardó en regenerarse, más conservado la marca de sus colmillos. Entrecerró los ojos y miró el brillo rojo de las pupilas de Tinia, que parecían transmitirle que todo estaba bien. Acarició con el dorso de su mano, aquella piel tierna, notando que le daba una sonrisa reconfortante.

―¿Estás segura? ―Cronos emitió algo parecido a un suspiro, al momento de pronunciar esa pregunta.

―No te diré mi respuesta en palabras, sino en actos… ―declaró la voz decidida de la fémina, abriendo esos labios gruesos y rojos para mostrar sus afilados y blancos colmillos, antes de ladear su hermoso rostro para buscar la sangre de Cronos, cuyo sabor era inusual, diferente.

Si Tinia tuviese que comparar con una palabra la sangre de él, ésa sería “Prohibido…”.

Hundirse en su piel inexplorada y por vez primera en su larga vida, probar la sangre de otro vampiro, era un hecho que parecía abrirle el paso a nuevos caminos. Pero no tenía nada de qué sorprenderse, pues desde que Cronos había entrado en su vida, todo era de un color diferente, un nuevo misterio que esperaba ser revelado.

―Diablerie ―dijo Cronos en un gemido, mientras Tinia lo marcaba como suyo, apretándolo con sus pequeñas manos―. El peor pecado de nuestro mundo.

Tinia cerró los ojos, al tiempo que una lágrima de sangre resbalaba por su mejilla; estaba traicionando todo, su familia, su existencia, sus creencias. Ahora mismo, lo estaba haciendo. Aquel pecado por el que tantos vampiros fueron juzgados; ése motivo porque el que miles de asesinatos se han cometido.

Diablerie. Un vampiro que bebe  de la sangre de otro vampiro. No hay mayor deshonra y traición para su mundo. Y ahora, tanto Tinia como Cronos estaban condenados, ahora ellos serían atados y maltratados, humillados, torturados y quizás hasta matados por su misma familia.

Todo porque Cronos era un impuro y Tinia una descendiente directa de la línea de Caín.

Qué estupidez. ¿Será que todos caemos con la misma piedra, una y otra vez?.

Se separó, aún con el candente sabor de la sangre en sus labios hinchados. Jadeante, Tinia abrazó necesitada a Cronos, desesperada por un poco de paz en esos instantes en el que el destino de ambos había sido sellado. Ahora, sólo era cuestión de esperar. ¿Cuánto? Imposible decirlo; años, meses, día, minutos… segundos.

―Te amo… ―dijo en un sollozo que lastimó la voz suave de ella. Sus mejillas se encontraron, así como después lo hicieron sus labios. Un beso; eso era todo. Eso bastaba para que eso no fuese considerado una total locura, una razón inexplicable que más tarde sería un sueño sin fin. Aquello por lo que decidieron arriesgarlo todo. Sólo un beso, un intimo contacto de labios… era suficiente.

Permanecieron así, abrazados, juntos, acariciándose mutuamente. No esperaban, porque eso es difícil. Acordaron amarse hasta que no pudieran hacerlo, hasta que llegara el momento en el que el tatuaje de Tinia se borrara de su cuello, en señal de su felonía.

―Qué tierna escena… ―ironizó una voz masculina que hizo sobresaltar a la pareja. Sabían que esconderse o huir no serviría de nada, porque los alcanzarían. Habían dejado las ventanas abiertas, al igual que la puerta en esa noche de luna menguante. La señal era clara: Los esperaban… aunque ciertamente a muchos, no sólo a uno.

―Mazda ―anunció el nombre Tinia al incorporarse, siempre sosteniendo la mano de Cronos.

El hombre que los veía era un ser viejo, con cicatrices en su rostro. Fácilmente pudo hacerse pasar por un boxeador del mundo humano sin que nadie notase su naturaleza a causa justamente de esa apariencia física más bien tosca, poseedor de una joroba apenas notoria junto con un carácter frío, que caracterizaba a los cazadores: aquellos que se dedicaban a matar a los vampiros que se encargaban de propagar las enfermedades de su especie, y en determinados casos a quitarles el alientos a aquellos que habían cometido el acto de Diablerie.

―Tinia… Tinia… ―repitió con ternura casi fraternal Mazda, lo cual en realidad no era demasiado extraño pues durante muchos años se había encargado que ningún miembro de la descendencia de Caín enfermase―, te dije muchas veces que no lo hicieras, pero aquí estás, dándole la espalda a todo.

La chica bajó la mirada, escondiéndose tras su cabellera de fuego. Cronos, al ver este gesto de parte de su amada, bajó de la cama para que al colocar ambos pies descalzos en el suelo, llegase lentamente a estar frente a Mazda, quien le sobrepasa por unos cuantos centímetros, aunque eso no fue suficiente para reducir la fiereza de su decisión.

―No tienes por qué decirle nada, Mazda… ambos estamos aquí, aceptando las consecuencias de nuestros actos.

Mazda sonrió y levantó su mano, tan ágil, que sólo le tomó milésimas de segundos apoderarse del cuello de Cronos con la palma de su mano, para azotarle contra la pared más cercana. Tinia gritó llena de rabia. Si iban a atacarlos, que fuera justamente a ambos.

Más cuando ella estaba a punto de enfrentarse a Mazda, la mano de Cronos le detuvo. Él, desde su posición levantaba su mano, indicándole que el cazador no le estaba haciendo daño, sólo le retenía en la pared, haciendo de esto una escena violenta, sin que en realidad lo fuera.

―Crié a Tinia como si fuese mi propia hija y ahora por ironías de la vida, es mi deber matarla―confió Mazda―. Más me es imposible hacer eso… No puedo dejarlos en libertad tampoco, porque si no soy yo, alguien más lo hará… vendrá por ustedes.

―Mazda… ―susurró Tinia.

―Cronos ―nombró al hombre que tenía acorralado, apretando un poco más su cuello―. Mátame Cronos. Si de verdad amas a Tinia… mátame y ambos, ¡rápido! Beban de mi sangre. ¿Saben porque soy cazador, cierto? Es la única manera en la que quizás les pueda dar más tiempo. ¿Cuánto? No sé en realidad... pero sí en verdad estar juntos es lo que quieren…resistirán esto.

―La maldición Nosferatu… ―Jadeó Cronos.

Siendo un vampiro, Mazda fue contagiado por la maldición de Nosferatu, mediante el Diablerie. Esta maldición hizo de unos de los vampiros más respetados y pertenecientes a una familia pura, que fuera expulsado al rango de Cazador. Al ser infectado por un miembro de Clan Vampírico Nosferatu, su cuerpo se deformó físicamente al que actualmente poseía. Desagradable, un insulto para la vista vampírica como solía llamarse él mismo. Y ahora, la única forma de liberar a Cronos y Tinia de su fatal destino, era enfermarlos, cambiarlos y finalmente, hacerles perder la apariencia física que poseían, junto con la mitad de sus habilidades que habían heredado al pertenecer a dicha especie.

Caprichoso y sádico destino…

II

Benditas sean siempre las criaturas de la noche.


Sus manos temblaban al igual que sus rojos labios. Sollozaba lentamente sin derramar ninguna lágrima en realidad. Abrazaba con una mano el cuello de Mazda, y la otra estaba firmemente sosteniendo una estaca de madera enterrada en el pecho del vampiro antiguo. Los ojos del hombre estaban abiertos pese a que estos ya no miraban nada.

Tinia había evitado que Cronos cometiera el acto de matar a Mazda. Sí alguien debía cargar con un pecado, ésa era ella, porque no podría descansar en mejores brazos que en los de la vampiro. Lo colocó en un estado de sueño, hasta que alguien le quitara la estaca que daba una tregua a su eterna muerte.  Desesperada, era lo único que se le había ocurrido hacer en esos momentos. No quería perder a Mazda, así como no podía quedarse tampoco sin Cronos, quien por su parte, había observado la escena y ahora, sentando en el suelo junto a su amada y el cuerpo del cazador, comprendía el sacrificio de sus sentimientos y aunque su pecho se oprimía, anhelando liberarla de todo ese dolor, lo cierto es sus egoístas sentimientos jamás podrían soltarla; después de todo, ya habían llegado demasiado lejos para volver atrás.

―Bebe Cronos… ―ordenó la pelirroja con voz aparentemente fría, cuando en realidad, sólo estaba viviendo un momento de escape―. Mazda nos concedió tiempo y habremos de aprovecharlo. Sé que no seré lo que ahora ven tus ojos… éste cuerpo se deformará hasta casi lo grotesco, pero nadie mejor que tú lo comprenderá.

El chico asintió, más antes de cualquier otra cosa, levantó el rostro de Tinia para besarle, tocando la suavidad de sus labios, misma que desde ese momento, ya sabía que extrañaría. Pero sus sentimientos humanos por ella iban más allá de lo simple físico, quizás ahora serían parte de los Nosferatu, pero después… quizás, sólo quizás después…

Levantó la mano izquierda de Mazda, para enterrar sus colmillos en la muñeca. Cronos miró y sonrió por última vez a Tinia en esa forma. Como un espejo, ella tomó la mano contraría para beber también de esta forma, ambos agradeciéndole a Mazda lo que quizás pareciera poco, pero que en realidad fue enorme para ellos. Al mismo tiempo hundieron sus colmillos, mientras entrelazaban sus manos, para comenzar a beber.

El efecto fue inmediato.

Mientras más bebían la sangre llena de la maldición Nosferatu, sus cuerpos temblaban, sus ojos se llenaban de un color verde intenso y su anatomía envejecía. Su piel se arrugaba, sus cabellos caían, y una joroba iba curveando ambas figuras.  Como dos rosas sin agua, se marchitaban a pasos agigantados, al punto de quedar secos, sin vida. Lo que alguna vez fueron dos jóvenes vigorosos, ahora se estaban volviendo dos almas en pena, esperando el momento para que al fin pudiesen descansar en paz.

Huir… vivir huyendo… escondiendo su amor, pero… estando juntos hasta el fin. 


***

Un golpeteó insistente en la puerta, obligó a una anciana a ponerse de pie. Arrastrando su cuerpo viejo y cansado, cerca del anochecer, sonreía cuando un niño de ocho años esperaba del otro lado con una canasta de pan en ambas manos.

―Buenas noches, abuela Tinia… ―saludó el pequeño alegremente, estirando la canasta hecha a mano―, mi madre le envía esto, lo acaba de hacer, espera que le guste a usted y al abuelo Cronos.

―Gracias cariño… ―dijo la mujer, acariciando la cabecilla pequeña, sosteniendo la canasta―, no olvides darle las gracias a tu madre.

―No lo olvidaré… ―aseguró el niño―. ¡Hasta mañana abuela Tinia!.

La mujer cerró la puerta, aún con esa cálida sonrisa en los labios, más cálida de lo que había hecho en muchos años. Compartir y estar en el mundo de los humanos durante tanto tiempo, había hecho que su perspectiva fuese cambiada. Acostumbrarse al mundo humano no fue fácil, aunque Cronos la había ayudado y gracias a él, pudo ser feliz a su lado.

―Le agradas mucho a la vecina… ―comentó Cronos, moviéndose en una silla, leyendo un libro con la ayuda de los lentes.  Tinia colocó la canasta en la mesa más cercana, espiando ésta para ver y olfatear sus obsequios.

―Podremos acompañar la sangre de esta noche con el pan… ―dijo Tinia, curiosamente animada por la combinación.

Cronos levantó la vista, observando a la mujer vampiro que aún poseía la maldición Nosferatu, pero mostrando la sonrisa más hermosa que cualquier otra.

―Te queda bien ser un Nosferatu… ―bromeó. Ella río y al acercarse a besarlo, suspiró suavemente.

―También a ti. 

*

En un rincón olvidado de esa casa antigua y hermosa, estaba la cura de la maldición Nosferatu… esperando el momento en el que al fin pudiese ser tomada.




 9. Leer el siguiente relato by Kate Pb

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